Abandonar a un perro con necesidades especiales es sin lugar a dudas un acto cruel, y adjuntar una nota al animal no disminuye la crueldad del acto. La historia de Lunita de Salta, Argentina, es un ejemplo desgarrador de esta crueldad.
Lunita, una perra discapacitada de tamaño mediano, quedó paralizada y abandonada en las calles en mayo de 2014. Fue encontrada boca abajo en la acera con las patas traseras atadas a una silla de ruedas destartalada, junto con una nota que decía su nombre y edad. Afortunadamente, un empleado de una peluquería canina la descubrió e inmediatamente se comunicó con LUBA Salta, una organización de rescate de perros.
Los voluntarios de la organización llevaron a Lunita a su refugio y la colocaron en un hogar de acogida. Compartieron su historia en las redes sociales, con la esperanza de que alguien de buen corazón diera un paso adelante para adoptarla. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, el tiempo pasó y Lunita permaneció en busca de un hogar amoroso.
Finalmente, una familia estadounidense expresó interés en adoptar a Lunita y se inició una recaudación de fondos para cubrir sus gastos de mudanza a los Estados Unidos. Desafortunadamente, su nueva familia no estaba preparada para brindarle la atención especializada que necesitaba para su frágil condición.
Durante el tiempo que estuvo con esta familia, Lunita desarrolló una infección grave por estafilococos a causa de una cama infestada de ácaros. Su condición se deterioró rápidamente y su respiración empeoró. Afortunadamente, otra familia compasiva se acercó para ofrecerle atención.
Lunita había perdido el cabello de cintura para abajo debido a quemaduras de orina, sarna e infecciones. También sufría una dolorosa infección del tracto urinario y tenía un peso muy bajo: pesaba sólo 35 libras. Fue necesario un tratamiento médico exhaustivo, pero Lunita finalmente se recuperó.
Después de su recuperación, la vida de Lunita se volvió más feliz. Viajó mucho con su nueva familia, experimentó la nieve por primera vez e hizo muchos amigos. Celebró su cumpleaños número 11 el 15 de junio de 2018 rodeada de familiares, amigos y otros perros, llenando su corazón de alegría.
Sin embargo, la salud de Lunita siguió deteriorándose y tuvo que ser ingresada en cuidados intensivos. A pesar de sus esfuerzos, su condición empeoró y luchaba por respirar. Finalmente, su familia tomó la desgarradora decisión de dejarla descansar en paz, rodeada de las personas que más la amaban.
La historia de Lunita es un testimonio de la resiliencia de los animales y la capacidad de amor y compasión que los humanos pueden mostrar. Si bien su vida tuvo algunas dificultades, al final encontró felicidad y amor, gracias a las cariñosas familias que hicieron que su último año en la Tierra fuera especial.